Se cuenta que en los años 20 del siglo XX, cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por la difusión de Teoría de la Relatividad, en aquella época, su presencia como conferenciante era muy solicitada en los círculos universitarios. A Einstein no le gustaba conducir y como necesitaba un vehículo para trasladarse de un lugar a otro, contrató un chofer. Después de algunos días de viaje, Einstein comentó a su chofer lo mucho que se aburría repitiendo lo mismo una y otra vez. El chofer sorpresivamente le dijo: Mi señor, si usted quiere yo le sustituyo esta noche. He oído tantas veces esa conferencia que sería capaz de repetirla desde la primera hasta la última palabra. Einstein aceptó aquella atrevida propuesta y, antes de llegar al lugar de destino, se cambiaron de ropa y Einstein se puso al volante. Llegaron a la sala de conferencias y, dado que en aquella época no eran habituales fotos en periódicos o revistas, y ninguno de los presentes lo conocía personalmente, el chofer lo sustituyó en la tarima. Tras la presentación formal, el chofer fue al podio y dictó aquella conferencia que tantas veces había oído pronunciar al gran genio de la ciencia. Al terminar, uno de los profesores que asistían de oyentes le formuló una pregunta. El chofer no tenía la menor idea de cual era la respuesta, pero reaccionó con el ingenio que lo caracterizaba y dijo: Esa pregunta que usted me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, ese señor que está sentado al final de la sala, sea quien se la responda.
Aunque no pude encontrar si esta anécdota es cierta, no deja de ser divertida.
Enlaces:
http://enzodavid.wordpress.com/2007/08/30/einstein-y-sus-cosas/
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